Por Michel Ghazal
Una niña lleva una manzana en las dos manos cuando su madre entra en la habitación. Con una gran sonrisa, su madre le dice amablemente: "Cariño, ¿quieres darle a mamá una de tus dos manzanas? La niña mira a su madre durante unos segundos y, de repente, da un mordisco a la primera manzana y se la traga rápidamente. La sonrisa de la madre se congela en su rostro. Nada más terminar, la hija se apresura a dar un mordisco a la segunda manzana. A la madre le resulta cada vez más difícil ocultar su decepción. Entonces la niña le da una de las dos manzanas a su madre y le dice: "Toma, mamá, ésta es la mejor.
Esta anécdota es indicativa de uno de los principales obstáculos para el éxito de la gestión negociada de conflictos: juicios precipitados. De hecho, las disputas y discusiones no se basan en realidades objetivas. Muy a menudo, lo que está en juego son los diferentes pensamientos de las partes implicadas. Estos pensamientos están determinados por sus percepciones de la situación, que les llevan a una determinada visión de la realidad.
Pero, como demuestra esta historia, nuestras percepciones son necesariamente parciales y sesgadas y no siempre reflejan LA verdad. Nótese la diferencia entre la intención de la niña y la interpretación plausible de la madre. En términos más generales, las personas sólo ven lo que quieren ver. De la información de que disponen, retendrán la que confirme sus primeras impresiones e ignorarán la que les obligaría a cuestionarlas. Cinco testigos de un accidente de coche contarán historias tan diferentes que los investigadores a veces se preguntarán si presenciaron el mismo suceso.